viernes, 22 de octubre de 2010

MLP niega reubicación de la comunidad de Caimanes y quiebra mesa de diálogo


La Huelga de hambre tiene como antecedente, y así lo menciona la Declaración Pública de los 11 huelguistas, una medida cautelar decretada sobre una donación que ascendería al 20% del total del dinero que recibiera Víctor Ugarte por la venta de sus derechos de agua, y que destinó, sin estar obligado a ello, a donarlo entre ciertos miembros de la comunidad, aquellos quienes dieron consistente y permanente apoyo durante las distintas etapas del conflicto. Dicho grupo se fragmentó a la hora de repartir, generando un nuevo cisma en la comunidad, propagándose, otra vez, entre todos los habitantes de Caimanes. Hoy se movilizan, buscando una poco probable clausura del Tranque, y alternativamente, la totalmente legítima pretensión de ser indemnizados por el drástico e irreversible cercenamiento de su sistema de vida tradicional, solicitando la reubicación del poblado y una mitigación por el desarraigo. Ambas han sido negadas por MLP en la mesa de diálogo, y la huelga de hambre llega al 25º día. Y desde ayer, Jueves 21 de Octubre, 4 de los huelguistas comienzan a enfrentar una huelga de hambre seca.


Concluidas las obras del tranque El Mauro y ya iniciado su llenado, un vital actor del conflicto ambiental, el regante que reunía la mayor cantidad de derechos de agua en su persona, y principal activista en contra del mentado proyecto, Sr. Víctor Ugarte,  se marcha del fundo de su propiedad, probablemente considerando que vivir allí ahora ya no volvería a ser lo mismo. Razonable, pues, así como las hormigas no construyen hormigueros en sitios inundables, con mayor razón, las personas en general tienden a evitar desarrollar su vida bajo condiciones de riesgo inapropiadas, procurándose en general un mayor bienestar, aspirando, a lo menos, a vivir digna y pacíficamente.
Los que pregonan la ideología del ‘sálvate solo’, nos dirían sin esperas: “el que puede, puede”. Y eso, puede ser dramáticamente cierto.
Sin perjuicio del crucial y aciago rol que jugaran a la hora del conflicto una parte significativa de la comunidad de Caimanes, bogando pública y notoriamente a favor de los intereses del gigante minero, no podemos hacer menos que empatizar con la circunstancia  de todos allí, y solidarizar con ellos. Y si bien, sabemos que hay muchos quienes pudieron haber hecho algo más por la unidad de la oposición al proyecto Tranque de Relaves, también sabemos que hoy pueden descubrir el peso de sus decisiones de ayer, y que para todos en Caimanes por igual, el problema subsiste.
¿Cuál problema? Pues el más grave, vivir con miedo.  Miedo a dejar de existir sin poder alcanzar siquiera a gritar, sin despedirse, olvidando una noche o un día, que podían desaparecer borrados en un tóxico e imparable aluvión. Que mientras tanto, sus casas, apenas distantes de la monumental estructura, sean depósito indirecto y permanente de sustancias químicas dañinas para la salud humana y animal, ventiladas desde los 74 km de superficie que la enorme mole ocupa. Quemante angustia la de vivir conscientes del riesgo de estar muriendo lenta y silenciosamente. Pavorosa incertidumbre la de morir de súbito, en el sonido de un estruendo. Todo eso, sin mencionar siquiera que, hoy, en Caimanes, no hay disponibilidad de agua. Mañana puede ser el resto de la comuna, o el valle entero, quién sabe. ¿Quién debería saber?, o mejor,  ¿existen estudios hidrológicos, geológicos actualizados respecto al Tranque, distintos a aquellos que la misma empresa pagó y realizó?, ¿cómo se integran éstos estudios a los instrumentos de planificación territorial vigentes sobre el espacio físico de la comuna?, ¿se restringen o no las áreas para asentamientos humanos?
Una solución tecnológica como un Tranque para el depósito final de relaves mineros, es una respuesta absurda en un país apocalípticamente sísmico. O bien es que en este problema, vemos reflejada la consecuencia de un modelo de desarrollo económico basado en la explotación de recursos naturales al ritmo más intenso y más barato posible, operado sobre una extremada lógica de maximización de utilidades (toda una ideología ultraísta, a estas alturas). Ganancia hoy - para ellos - es mejor que ganancia mañana. Los costos adicionales que eso significa, invisibilizados desde siempre por el mismo sistema económico, los pagan los caimaninos, lo pagan los chilenos. Lo estamos pagando nosotros.
Reivindicamos el derecho de los caimaninos a reclamar justicia social a través de todas las vías que sean necesarias,  porque habitar con una estructura semejante a tan solo 15 kilómetros impone una carga psíquica y física intolerable, que repercute radicalmente en las vidas de los más de mil habitantes del lugar (y en otros varios miles más alrededor), y que trunca insalvablemente el curso histórico del poblado de Caimanes, mutilando las perspectivas de desarrollo, turístico y agrícola sustentable de las personas del lugar. Por lo mismo, MLP no puede esperar edificar una instalación de tal envergadura y riesgo, dejando a una comunidad a sus pies sin reubicarla.  ¿Querían Tranque lo más rápido posible?,  ¿querían llenarlo lo más rápido posible, para continuar con la expansión de su producción?, pues entonces que paguen lo que eso implica, especialmente considerando las gigantescas utilidades que perciben y percibirán por explotar recursos no renovables  en nuestro país. Si nuestra fallida institucionalidad jurídica y ambiental no fue capaz de precaver estas consecuencias, ello no significa que el daño en las personas no exista, y que éste no deba ser reparado en forma proporcional y equivalente, teniendo especialmente a la vista, el enorme desequilibrio de los patrimonios entre las partes, hecho que pone a la empresa minera en posición de responder íntegramente por todo el daño irrogado.